UN VIEJO MAESTRO FUSILADO POR LAS FUERZAS ARMADAS URUGUAYAS
Durante toda mi vida laboral he sido maestra, una maestra común, normal que enseña, que se preocupa por sus alumnos, que pelea por ellos, que siente empatía por ellos y por el resto de la humanidad.
Una maestra normal que acepta que la gente aprenda a gobernarse a sí misma y que no acepta dictaduras.
Digo esto porque puedo entender que era que movía a Julio Castro a estar de parte de la gente, que era estar de parte de sus alumnos, contra los dictadores.
Puedo comprenderlo aunque nunca lo conocí.
Puedo comprenderlo igual que cualquier maestro de cualquier parte del mundo, cualquier maestro que sea ya jubilado o cualquier maestro que recién comience.
El 21 de octubre de este año 2011 en las excavaciones en el Batallón 14 de Paracaidistas se da a conocer el encuentro con restos humanos en un profundo agujero.
La televisión muestra un zapato con barro unido a un hueso humano, a pesar de los campeonatos de fútbol y de las crisis mundiales.
También a pesar de la votación parlamentaria que no deja prescribir los crímenes de lesa humanidad, a pesar de declaraciones de militares viejitos que en cierto modo admiten saber que se torturó, que se asesinó, que se desapareció, que se violó, que se robó, y a pesar de que saben no lo van a decir, a pesar de que otros más viejitos proponen que se perdone a los viejitos retirados por que son viejitos.
Ese día y los otros que siguen en el barrio donde vivo el Cerro, barrio preocupado por la seguridad, comerciantes y vecinos de ser robados y habitantes de las orillas y los asentamientos por ser reconocidos también como seres humanos.
En este barrio el día que aparecieron los restos la gente mostraba en sus ojos desconcierto, estupor, sorpresa.
Cuando veía los ojos de la gente era como si preguntaran ¿que está pasando???
Ahora, a más de un mes, se sabe y estalla en la angustia de la gente que el zapato y los restos pertenecen a Julio Castro, un maestro que ayudaba a huir a los que la dictadura perseguía, un maestro que amaba su profesión, a sus alumnos y a su gente.
La televisión en los canales privados trató todo el tiempo de sacarle importancia al hecho.
La televisión en los canales privados trató todo el tiempo de sacarle importancia al hecho.
Se comparó la importancia de la noticia con el traslado de las cenizas de Artigas (el héroe nacional) al Palacio Legislativo, ceremonia llena de ex-dictadores, traidores a su pueblo y militares pertenecientes a la misma institución, las fuerzas armadas, que asesinaron a Julio Castro, que torturaron, asesinaron, desaparecieron, violaron, robaron.
Otro canal mostraba con igual dedicación una manifestación donde gente que no pasa hambre ni tiene necesidades declaraba una guerra a balazos a los pobres y se quejaba porque un ricachón, en vez de matar un pobre, mató a su propia hija.
Esta manifestación fue muy comprendida y hasta emocionó las caras de los reporteros.
En mi opinión esto último no hace más que legitimar la lucha de clases y el armarse y disparar por parte de todos, de los que tienen hambre y los que tienen mucho, mucho dinero pero en el canal lo que se intentaba no era sacar conclusiones si no sacarle importancia a la aparición en un agujero lleno de barro en una dependencia militar de los restos de un maestro que fue fusilado por querer a sus alumnos, a su gente y tratar de ayudar a los perseguidos por un régimen de banqueros, estancieros, ricos y militares sádicos, cobardes e impunes.
En algunos medios, en algunas radios, en algún canal se escucharon voces que comprendían que era lo que estaba pasando y lo decía.
En la prensa escrita también.
En la prensa escrita también.
Pero no recuerdo que alguien haya dicho que lo mataron por viejito.
Fonte: REDE Os Verdes/via e-mail
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