DE AGROTOXICOS Y ECOCIDIOS
Por Harold Wilson Montufar Andrade
Pasa otra celebración del día de la tierra, cae otra hoja del inexorable paso del tiempo y sin mayores impactos o logros se cierran campañas, ciclos y movilizaciones, que hasta el momento no logran sensibilizar el corazón y la razón de muchas autoridades nacionales y locales, organizaciones de la sociedad civil, organizaciones empresariales y seres humanos diversos, que aún siguen pensando que la tierra durará para siempre.
El planeta sigue la carrera frenética del homocentrismo económico. Las teorías clásicas de que la base económica y de la productividad soportan las esferas de lo social, lo político y lo ideológico, siguen dominando el espectro de las relaciones sociales, comerciales, económicas y globales. El peso de las teorías de la relación entre ser humano y medio ambiente, del equilibrio de los ecosistemas, siguen siendo débiles a los hombres y mujeres que toman decisiones territoriales.
En la esfera de lo cotidiano, es mas difícil hacer comprender sobre la conciencia ambiental, cuando en las familias se sobrevive a diario por conseguir el alimento del día, el techo del día, la existencia del día. Los existencialistas tienen hoy su razón, en la angustia del diario vivir, donde terminar el día y volver a encontrarse toda la familia otra vez junta en las noches y bajo techo es ya victoria.
¿Cómo hacer conciencia sobre el uso racional del agua, si el modelo de privatización y comercialización del agua potable esta en manos del sector privado, o sea de unos pocos?
¿Cómo hacer conciencia del uso de la agricultura limpia y practicas orgánicas, si desde el aire en avionetas se descargan sobre cuencas de los ríos miles de litros de glifosato en las fumigaciones no selectivas contra cultivos de usos ilícito?
¿Cómo hacer conciencia del uso racional o alternativa de energía, si los grandes consumidores son los macroempresarios que mueven sus grandes turbinas productivas o países desarrollados que son a la vez los mayores consumidores de hidrocarburos?;
Los agrotóxicos están presentes en todas las manifestaciones productivas del sistema de consumo masivo.
Los transgénicos están al orden del día para marcar procesos selectivos de mejoramiento de la calidad, reducción de costos de producción y resistencias a los cambios de clima existentes en la actualidad.
Los ecocidios están a la vista de todos, sin que nadie haga más de lo necesario para detener la muerte lenta del planeta.
Es que no hace falta solo hacer algo, hay que hacer más de lo necesario.
Hace algunos días un grupo de campesinos del sector montañoso del nudo de los pastos, parte integrante del macizo colombiano, denunciaba en voz baja el efecto negativo de las fumigaciones indiscriminadas sobre todo tipo de cultivos, incluyendo cultivos de coca. Expresaban con dolor, cómo el glifosato caía de las avionetas sobre la cuenca de grandes ríos y cómo los cultivos de plátano, yuca y maíz eran aspersados con el veneno y agrotóxicos.
La curación de un mal se remedia con un mal superior, es la lógica de apagar el fuego con más gasolina.
Que será de la suerte de la tierra y de su famoso día, si de verdad no hacemos más de lo necesario.
Hay que pasar de la queja a la acción – movilización directa de la protección y defensa del verde – azul del planeta.
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