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quarta-feira, 27 de abril de 2011

El cangrejo más grande del mundo

 El cangrejo más grande del mundo
En la aguas del Océano Pacífico japonés viven los cangrejos más grandes del mundo. Pesan 20 kilos y superan habitualmente los cuatro metros de ancho, con patas incluidas, cada una de las cuales suele alcanzar el metro y medio. A simple vista parecen arañas gigantescas. Por eso, se llaman cangrejos araña japoneses.
Hay unos 700 tipos de cangrejos araña en el mundo. El gigante japonés es el Macrocheira kaempferi. Son los más grandes. Son naranjas. Su cuerpo mide unos 60 centímetros con la concha repleta de protuberancias deformes.
De él emergen las puntiagudas y crujientes patas. Las delanteras, las que tienen pinzas, son más largas que las otras ocho, que usa para caminar. Dicen que sus pinzas son más fuertes que la mandíbula de un cocodrilo. Con ellas desmigaja a sus víctimas.
Pacíficos y camuflados
A pesar de su aspecto terrorífico y su tamaño enorme, los cangrejos araña son muy pacíficos. Comen otros mariscos, algas, pequeños peces y restos de animales muertos, son carroñeros.
Para camuflarse de sus depredadores (las rayas o los pulpos, entre otros) pegan en su caparazón esponjas, algas, corales, restos de otros animales marinos y todo lo que encuentran que les parece interesante para disfrazarse, redes, plásticos… todo.
Para ellos es crucial tener un buen disfraz. Sus patas les impiden correr con agilidad. Se desplazan lentamente por el lecho marino de las aguas de Japón, el único lugar que habita. Sobre todo en la isla Honshu.
Los adultos suelen vivir a unos 600 metros de profundidad, y los jóvenes en aguas menos profundas, a unos 50 metros de la superficie.
Mudan una vez al año
La muda de los cangrejos araña es espectacular. Se produce una vez al año. Entre una muda y otra, el cuerpo del cangrejo crece mientras que su caparazón permanece intacto.
Llega un momento en el que se les queda inevitablemente pequeño y tienen que deshacerse de él. Antes de hacerlo, desarrollan uno nuevo. No se pueden ni quieren quedarse desnudos.
Cuando ya tienen su ropa nueva puesta y las apreturas son ya muy molestas, rompen el caparazón por la espalda. Silenciosamente y con un esfuerzo notable el cangrejo sale a través de esa rendija.
Sale el cuerpo y a continuación despliega sus diez larguísimas patas como si de una flor abriéndose se tratara. En un instante, la sensación del espectador es que el cangrejo se ha duplicado.
A la vista hay dos cangrejos, pero uno de ellos está vacío. Este momento, la muda, lo aprovechan algunos depredadores para comérselos.

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